Los submarinos son piezas de equipo militar complejas y costosas. Los submarinos de ataque rápido clase Virginia más nuevos construidos para la Marina de los EE. UU. cuestan alrededor de 4 mil millones de dólares cada uno. Por este precio, proporcionan una capacidad submarina potente y versátil.
La vida dentro de una de estas embarcaciones de alta tecnología es única. Los submarinos son estrechos, con poca privacidad o espacio personal. Las áreas de la tripulación están diseñadas de manera eficiente, con literas, casilleros y escritorios escondidos en cada rincón. La cocina del submarino proporciona alimentos básicos pero esenciales para alimentar a más de 130 marineros durante despliegues de meses.
Operar un submarino es un intenso trabajo en equipo, en el que cada miembro de la tripulación desempeña un papel fundamental. Los marineros que vigilan rastrean los contactos del sonar, mantienen el reactor nuclear, monitorean la calidad de la atmósfera y operan una vertiginosa variedad de sistemas. La coordinación y la disciplina mantienen el barco navegando con seguridad. Se practican simulacros constantemente para garantizar que la tripulación reaccione correctamente en caso de emergencia.
La recompensa por este desafiante deber es poder operar un buque de guerra submarino extremadamente capaz. Los submarinos de clase Virginia son rápidos, sigilosos y están fuertemente armados con torpedos y misiles. Reúnen inteligencia, despliegan fuerzas especiales y, si es necesario, destruyen barcos y submarinos enemigos. Su reactor nuclear les otorga la capacidad de permanecer sumergidos durante meses, pudiendo salir a la superficie al otro lado del mundo.
La vida en un submarino no es fácil ni cómoda. Pero el privilegio de operar estas complejas máquinas y servir en una comunidad de élite lo hace gratificante. Los marineros asignados a submarinos de 4 mil millones de dólares forman vínculos estrechos mientras llevan a cabo misiones difíciles pero esenciales bajo las olas.
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