El Unicornio de Magdeburg era una colección de fósiles que se descubrieron en 1663 en Seweckenberge, una estepa alemana conocida por contener fósiles de la edad de hielo y más allá. El científico prusiano Otto von Geuricke creía que los huesos pertenecían a un unicornio y unos cinco años después, los reconstruyó en la forma en que se representan con mayor frecuencia en la actualidad.
La verdadera identidad del Unicornio de Magdeburg ha sido objeto de mucho debate entre los científicos. Algunos han sugerido que la criatura es un rinoceronte lanudo, mientras que otros han propuesto que es un narval. El rinoceronte lanudo se describió por primera vez en 1769, más de un siglo después de que se desenterraran los huesos del unicornio. El narval, un tipo de ballena con un largo colmillo en espiral, también era conocido en Europa durante la época del descubrimiento del unicornio.
A pesar de las especulaciones en curso sobre la identidad de la criatura, el Unicornio de Magdeburgo sigue siendo una pieza intrigante de la historia científica. Sirve como un recordatorio de los desafíos que enfrentaron los científicos en el pasado cuando intentaron comprender el mundo natural y del encanto perdurable de las criaturas míticas.