Se estima que los restos óseos del bebé tienen aproximadamente 2000 años de antigüedad y se remontan a la era helenística. Por el contrario, se cree que el esqueleto del caballito de mar es significativamente más antiguo, posiblemente originado en la Edad del Bronce hace unos 3.500 años.

La coexistencia de estos dos esqueletos es muy poco común ya que los caballitos de mar no se asocian típicamente con los entierros humanos. Sin embargo, el caballito de mar se ha considerado durante mucho tiempo como un símbolo de fortuna y protección, lo que sugiere que podría haber jugado un papel significativo en el ritual del entierro.

Un examen más detallado del esqueleto del bebé ha revelado varios problemas de salud, incluida la desnutrición y un defecto cardíaco congénito. Esto ha llevado a los investigadores a especular que la comunidad podría haber considerado al bebé como “especial” o “sagrado”. La inclusión del caballito de mar en el entierro podría haber sido un intento de garantizar la protección o un viaje seguro al más allá.

El descubrimiento de los esqueletos de bebés y caballitos de mar representa el último de una serie de fascinantes descubrimientos en la región. La cueva, donde se encontraron los restos, supuestamente ha sido utilizada tanto para entierros como para ceremonias religiosas durante milenios. Los investigadores tienen la esperanza de que la excavación continua del sitio proporcione más información sobre los antiguos habitantes de la zona, sus creencias y sus costumbres.